LOS “GUIRRIOS” en carnavales por la ribera del Omaña.
(Santi, Loli, Pili, Ofelia, Javier, Tere, José y
Luna)Distancia recorrida:
Dificultad:Baja. (Temperatura -4 +12)
Punto de partida: Trascastro de Luna.
Fecha:19 de febrero de 2012
A las ocho y media en el bar “102” . Siete cafés, siete
tostadas, siete mantecadas. 7,70 euros, a los que invitó Javier, que había
sacado el curso de adaptación al grado en aeronáutica con muy buena nota.
Emprendimos camino para Riello. Cada poco Santi se salía de
la carretera en los desvíos a los pueblos y volvía a entrar. Incluso en una
ocasión nos metimos dentro de una partida de cazadores que iban a dar una
batida de jabalí. Siempre pensaba que lo que pretendía Santi era echar una
meadilla, pero no, era el “Tom-tom” que actuaba como tal y no reconocía la
“nueva” carretera, hecha hace unos 15 años, en fin, cosas de la tecnología.
Llegamos a Trascastro y comenzamos a andar a orillas del río
Omaña. El camino entre Trascastro e Inicio es muy agradable, son más o menos
dos kilómetros cerca de río, entre choperas, vegetación abundante y prados.
Además había indicadores y cortas de arbustos recién hechas que colaboraban a
la facilidad y al disfrute del paseo.
En Inicio se llega a la carretera, se cruza el río y nos metemos en un valle diferente, el del río Negro, que no deja de ser un pequeño arroyo. Hay una ascensión fuerte y limpia, con buen camino. Todo es aquí vegetación arbustiva, alguna colmena, buena indicación. A medida que se sube el paisaje es cada vez más atractivo por la amplitud de miras que la altura va ofreciendo. Llegado al alto, llaneamos un poco entre los campos hasta que nos encontramos con la carretera.
En Inicio se llega a la carretera, se cruza el río y nos metemos en un valle diferente, el del río Negro, que no deja de ser un pequeño arroyo. Hay una ascensión fuerte y limpia, con buen camino. Todo es aquí vegetación arbustiva, alguna colmena, buena indicación. A medida que se sube el paisaje es cada vez más atractivo por la amplitud de miras que la altura va ofreciendo. Llegado al alto, llaneamos un poco entre los campos hasta que nos encontramos con la carretera.
Es posible que no viéramos alguna indicación, ya que tuvimos que hacer unos cuantos kilómetros por la carretera hasta Campo de la Lomba y después hasta Santibáñez, parece que el plano indica que hay una vereda. Esto no nos gustó, no es precisamente asfalto lo que buscamos, aunque sólo cruzamos un coche en todo el camino. La furgoneta del panadero. En Campo nos salieron a recibir dos mastines, uno blanco adulto y un cachorro amarronado. En principio no queríamos saber nada con ellos y los espantamos para que no nos siguieran. Ante la imposibilidad optamos por incorporarlos al equipo, incluso ganaron alguna caricia, y nos acompañaron toda la rutas hasta la vuelta a Trascastro. La pregunta está en ¿cómo volverían ellos a Campo?
De Campo a Santibáñez por la carretera. Allí nos indicaron el camino para bajar al arroyo, si bien nos miraban extrañados. No entendían que clase de diversión tienen esos de la ciudad de ir a andar por aquellos montes tan fríos, ya que la ladera para la vuelta era umbría y estaba prácticamente helado todo el camino. La particularidad de Santibáñez es que la iglesia no es el edificio más alto del pueblo, al contrario, es bajita, está en la ladera y pudimos tocar las campanas con nuestros bastones. La música que logramos de las campanas no fue muy culta, pero cuando menos las hicimos sonar con precaución, eso si, para que no nos riñeran.
Bajamos por un camino seco con alguna piedra, pero pocas. Los chicos delante y las chicas detrás. Ellas dándole a la lengua, naturalmente. Cuando estábamos casi abajo oímos gritos y más gritos. Pensamos al principio que los mastines se habían cabreado y las estaban merendando, o que los lobos se habían ido a ellas. Pobres animales, como siempre pagando culpas que no tienen, cualquiera mete el diente a estos bichos, mejor dicho,“bichas”. Santiago “el manso” acudió inmediatamente en su auxilio, corriendo cuesta arriba acompañado por Javier. Falsa alarma, nadie se estaba “merendando”a las mujeres. Simplemente había una bifurcación del camino y no sabían cual coger ¿Para eso tanto alboroto? Sólo tenían que haber seguido las huellas de nuestras botas, que eran las únicas del camino, pero……. en fin. Otra vez más quedó demostrado el absoluto instinto de protección de Santiago.
Llegamos al fondo del valle y cruzamos un regato al que llaman río Negro. La sequía hacía que tuviera muy poca agua. Subimos por la ladera de frente. El camino es bueno y está bien marcado, aunque no hay ningún indicador de la ruta. Costó un poco coger altura. A medida que subíamos todo iba siendo más y más agradable. Comenzamos a ver los pueblos de la margen izquierda del río Negro y una vez a la altura adecuada el camino va paralelo al arroyo entre robles de buen tamaño. Tanta es la abundancia de robles que el suelo del camino parece el de un hayedo, lleno y lleno de hojas. Esta es la parte más bonita de la ruta. No tiene casi desnivel y se va siempre entre vegetación, aunque en esta ocasión, como es invierno, los robles no tuviera hojas.
Los tres perros nos seguían acompañando, el propio y los“arrimaos”. Llegó el momento de comer y un recodo soleado del camino nos sirvió para esta agradable actividad. La conversación como siempre, que si el meriñaque de Ofelia, que si Loli quería sólo medio plátano de Santi, que Jose ofrecía su chorizo también a Ofelia. Que Tere tenía buenos mejillones. Bueno, hasta los perros adoptados se apuntaban a la merienda intentando coger algún bocadillo despistado. Una sola lata de cerveza fue el objeto de deseo de todo el grupo, casi todos probaron, el próximo día es mejor más cerveza y menos agua, que dicen que la cerveza es buena para “no sé que”.
El camino continuó siendo agradable, se acabó el monte de robles y comenzó un paseo casi a la orilla del Omaña, que era realmente bonito. Por fin llegamos a la carretera. Pasamos otra vez el río y por el asfalto, unos quinientos metros después estábamos ya en Trascastro junto a los coches.
Llenamos las botellas de agua en la “hornacina” de la
iglesia de Trascastro, que no era una hornacina, sino un simple grifo con un
agua heladora. Loli y Javier subieron al campanario para ver el ambiente y
¡ale! Que nos vamos de carnavales.
Pasamos a saludar a Manolo y Rosi a San Román de los
Caballeros. Abarrotamos su acogedora cocina. Un café calentito para todos,
orujo de diferentes colores, orejas, floretas, torrijas…vimos los terneros, y
todos de excursión a Llamas de la
Ribera.
Allí pudimos disfrutar de los carnavales. Son tradicionales, coloristas y divertidos para el visitante. Los guirrios pasearon delante de nosotros. El arzobispo nos dio unas bendiciones. No nos quisieron vender sardinas por no regatear. Tomamos unos "culines" de sidra. Un demonio con un gran paquete tentaba a nuestras chicas, que por cierto, no hacían ascos.
Allí pudimos disfrutar de los carnavales. Son tradicionales, coloristas y divertidos para el visitante. Los guirrios pasearon delante de nosotros. El arzobispo nos dio unas bendiciones. No nos quisieron vender sardinas por no regatear. Tomamos unos "culines" de sidra. Un demonio con un gran paquete tentaba a nuestras chicas, que por cierto, no hacían ascos.
Todo era colorido y luminosidad, aunque también había disfraces un tanto tenebrosos. Teníamos un poco de prisa y a las seis de la tarde volvimos para León. Otra buena ruta que sumar a las anteriores.
Muy bien, hay que divertirse con cosas sencillas, pero muy importantes.
ResponderEliminarJose
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarParece divertida la ruta. Habrá que probarla
ResponderEliminarQue fotos más chulas!! y que guapa esta tia Tere !!
ResponderEliminarHola Boris, que gratísima sorpresa. Acércate a León que, como bien sabes, tienes cobijo gratuito.
EliminarA ver Dañel! jeje. Ponte en forma que esta gente está entrenada!
ResponderEliminarMe gustan la forma de diversión tan natural y disfrutando de algo tan económico que está al alcance de todos los que tienen pasión por la naturaleza. Mucha ánimo y que sigáis informando de los paisajes tan preciosos que tenemos sin salir de estas tierras leonesas.
ResponderEliminarY ten en cuenta lo que nos reimos. Siempre hay anécdotas que no contamos, pero se pasa bien. En cinco o seis horas de ruta hay tiempo para decir muchas tonterías y la gente se relaja mucho.
Eliminarsaludos
Muy bonitas las fotos y una forma sana de divertirse y muy natural, disfrutando de esta tierra nuestra que tiene tanta belleza desconocidad para mucha gente.
ResponderEliminarEso es divertirse! Buen reportaje. De mayor quiero ser como vosotros ;D
ResponderEliminarUn abrazo a todos
Para cuándo una ruta por Laciana? y que se apunte Josele también..jejejejej
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