sábado, 11 de agosto de 2012

RUTA LAS BATUECAS, (PINTURAS, EL CHORRERO)

Pinturas, agua clara y apetecible, enebros y fauna salvaje.
Grupo: José y Javier.
Dificultad: Baja.
Temperatura: 26 mínima, 27 máxima.
Punto de partida: Aparcamiento en las proximidades del Monasterio de Batuecas.
Distancia recorrida: 11,2 kilómetros.
Altitud del punto de salida: 605 metros.
Altitud del punto más alto, Chorrero de Batuecas, 910 metros.
Fecha: 5 de agosto de 2012
El plano de la cartelería es más publicitario que preciso. He añadido la línea negra punteada que indica la ruta
Estamos en el Parque Natural de Las Batuecas y Peña de Francia. Al sur de Salamanca, a pocos metros del límite con la provincia de Cáceres, que comienza con la comarca de Las Hurdes. Desde León al Monasterio de Batuecas hay unos  270 km.
El día que nos ha tocado es excelente, para estar en agosto hemos tenido un cielo con más nubes que claros y una agradable temperatura de 26 grados.
Pensábamos hacer la ruta un poco más larga, desde lo que allí llaman “la puente bajera”, serían tres kilómetros más, pero al final optamos por la comodidad de los aparcamientos preparados para los senderistas. así que caminamos poco más de 11 kilómetros.

La ruta comienza con unos 500 metros de ostentoso camino con puentes de madera y paseos, a nuestro modo de ver innecesarios. Demasiadas facilidades artificiales, que en lugar de dar encanto a la ruta, se lo quita. Estas “comodidades” son más adecuadas para parques de ciudad, no para insultar la belleza natural. Algo más de cuatrocientos mil euros costó “la broma”. Así lo dicen los carteles promocionales.
Fachada de acceso al Monasterio del Desierto de las Batuecas
Texto de S. Juan de la Cruz, en la fachada.
La finalización del camino “ostentoso” nos lleva al inicio del camino de acceso al Monasterio del Desierto de las Batuecas, del siglo XVI, habitado por Carmelitas Descalzos. Tiene zonas de retiro con once ermitas en el monte para los monjes. También ofrece servicios y retiros para personas ajenas a la comunidad carmelita,

Caminamos un buen rato dejando a nuestra derecha las tapias del monasterio y a la izquierda el río Batuecas, con unos apetecibles pozos para el baño. Estamos en agosto.

La vegetación es muy abundante y característica, predominando las encinas, alcornoques, alisos, enebros y algún pino. Buena parte del camino estamos a cubierto por las copas de los árboles.

Una vez hemos caminado algo más de dos kilómetros está indicado el ascenso a la primera zona de pinturas, Es un ascenso empinado, pero con peldaños artificiales y el apoyo de cuerdas a modo de barandilla. La cuesta no la quita nadie, pero se hace cómodo.

Las pinturas tienen poco que ver para los no entendidos, nosotros somos de este grupo. Han tenido que protegerlas con rejas para evitar vandalismo. Aún así están muy deterioradas por la acción de las personas, también por el inevitable paso del tiempo. Es igual, la belleza del entorno compensa el paseo con creces.

Bajamos de nuevo a la ruta y continuamos río arriba por la senda, que sigue perfectamente marcada.
Muy característicos de la zona son "los canchales", piedras que se van desprendiendo y forman verdaderas laderas de rocas pequeñas y difíciles de andar porque las piedras se mueven y no ofrecen pisada segura.

También son característicos y nos llaman la atención, ya que no existen por tierras leonesas, los alcornoques. Algunos tenían “la corcha” –como dicen por aquí- quitada recientemente. Más o menos cada diez años se realiza el descorche de estos árboles.
Hay de nuevo otra zona de pinturas, que también está indicada y poco conservada. Allí nos encontramos con cuatro personas de Sotoserrano (Salamanca), que nos explicaron todos los pormenores de la ruta y nos animaron a llegar al chorro del final. Nos engañaron, porque ellos no llegaron, pero les enviamos un cordial saludo.

Vimos la segunda zona de pinturas y continuamos por la vereda, sin necesidad de bajar al camino principal, con el que más adelante nos encontraríamos de nuevo.

Nos alejamos un poco del río, al que veíamos desde la altura. Después el camino nos llevó de nuevo al río.
El valle se parte en dos, cruzamos el primero y nos encaminamos al segundo. El camino aquí está poco marcado y sólo la buena voluntad de los senderistas haciendo marcas, ayuda a no perderse. Tanto gasto y ostentación al principio de la ruta y tan poco al medio y final.
Continuamos cerca del río por unos paisajes extraordinarios llenos de vegetación, piedras y agua.

Llamaban la atención los abundantes y grandes enebros, tan escasos por las tierras leonesas, en las que la variedad debe ser otra, ya en León son poco más que arbustos.
El río es ahora sólo un hilo de agua, lo que nos hace intuir que el chorrero (en León decimos cascada o fervencia), tendría poca agua, y así fue. Había muy poca agua, sólo para ducharse y poco más. Inapreciable para nuestra cámara de fotos.

Bueno, pues ya estamos al final de la ruta. Muy bonita, una pasada. Tenemos que repetirla cuando el río tenga más agua para poder apreciar la belleza del chorrero. Al final estábamos bastante cansados, todo subidas y bajadas por terreno muy irregular.
Este es el chorrero hoy, con poca agua 
 

No podemos resistirnos a poner una foto del chorrero cuanto tiene agua, la imagen es de otro día, pero la cosa cambia bastante.
 
Dimos la vuelta por el mismo camino y disfrutamos de nuevo con la visión del magnífico paisaje de Las Batuecas y de su abundante vegetación y agua, mucha y apetecible agua.

El Valle de Las Batuecas