Ruta desde Pendilla por el Valle de Bustamores. Un paseo tranquilo fácil y
con poco desnivel caminando la mayor parte de la ruta por praderas.
José, Tere, Santi, Loli, Pili y Gari. Dificultad: Baja.
Temperatura: 7º al comenzar y 20º al finalizar.
Punto de salida y llegada: Pendilla, a la entrada del
pueblo.
Distancia
recorrida: 12 kilómetros. Comenzamos a las 10,30 y finalizamos a las 13,30.
Altitud:
Pendilla 1.340 metros. Final de Valle de Bustamores 1.700 metros.
Fecha: 6 de
septiembre de 2015.
Pendilla de
Arbas está a 58 km. de León. Se va por la Carretera de Asturias N-630. En
Camplongo se toma un desvío a la derecha y después de 6 km. por una estrecha
carretera llegamos a Pendilla.
El perezoso equipo de hoy. Todo el verano sin ir de rutas juntos ha hecho que nos gustara más hablar que caminar. Una ruta corta y suave para comenzar nunca está mal.
El perezoso equipo de hoy. Todo el verano sin ir de rutas juntos ha hecho que nos gustara más hablar que caminar. Una ruta corta y suave para comenzar nunca está mal.
Iniciamos la
ruta al principio del pueblo, justo al lado de un cartel señalizador de la “Ruta
Carisa”, un camino prerromano, que después fue calzada y que une las
localidades de Pendilla y Ujo (Asturias). La distancia de esta ruta son 35 km.
Entramos en
el pueblo y giramos a la izquierda cruzando el puente sobre el Arroyo de las
Vegas. Tomamos entonces una amplia pista, un poco pedregosa, por la que
caminamos durante 1,5 km.
En este
punto llegamos a las praderas del Valle de Bustamores, salimos de la pista (Calzada
Carisa) y comenzamos a caminar ascendiendo a la orilla del Arroyo las Vegas.
Para hacer
esta ruta hay varias alternativas, una de las más habituales es subir hasta la
Collada Propinde, crestear y bajar después por el valle. Nosotros decidimos hoy
pasear tranquilamente pisando la suave pradera del valle. Es nuestra primera
ruta después de un verano sin actividad montera.
Se camina
casi permanentemente al lado del arroyo, pisando pradera, sintiendo “la risa”
del agua y ascendiendo leve, pero permanentemente hacia el inicio del valle.
El terreno
estaba recién regado (había llovido los días anteriores) y esto hacía que la
hierba estuviera suave y acolchada, con lo que era muy agradable la pisada.
Ya tenemos
aquí el otoño y nuestras amigas las “levanta meriendas” Colciicum autumnale, se encargaban de recordárnoslo.
Levanta meriendas Colciicum autumnale |
La ladera de
la derecha según se asciende es especialmente bonita cuando las hojas tienen
color otoñal. Su vegetación es variada: hayas y abedules principalmente, con
algún aliso y servales. Todavía habrá que esperar unos días para alegrar la
vista.
En el
ascenso pudimos ver ganados (vacas y caballos). Hay dos explotaciones ganaderas
en el pueblo. Antes llegó a haber hasta 4 rebaños de ovejas trashumantes. Los
tiempos han cambiado y el monte bajo está invadiendo los pastos.
Arándanos ricos, ricos... |
El camino es
casi siempre limpio y sin vegetación, aunque el último kilómetro y medio hay
que hacerlo entre piornos, de momento no están muy espesos y se anda entre
ellos bastante bien.
Llegamos al
final del valle y ascendimos sólo un poco. Habíamos andado ya seis kilómetros y
decidimos dar la vuelta y estar un rato en la Ermita de Buen Suceso (hoy se
celebra la romería).
Después de
una larga parada para comer volvimos por el mismo camino hacia Pendilla. Ahora
los paisajes –como siempre- son totalmente diferentes, aunque el camino sea el
mismo.
Pendilla de
Arbas es el último pueblo de la carretera y nos pareció un lugar ideal para
pasar el verano. Había niños correteando por las calles. En invierno sólo dos
casas echan humo y la escuela (que llegó a tener 40 niños) hoy está cerrada y
casi derruida.
Siempre somos
un poco nostálgicos con el esplendor de otros tiempos de estos pueblos de
montaña, pero hoy la vida y las oportunidades son otras, distintas y están en otros lugares, aquí sólo queda paz y armonía, que no es poco.
De vuelta a Pendilla de Arbas |