lunes, 14 de mayo de 2012

RUTA BARDAYA. VILLALFEIDE.

Entre minas, mineros y sabor a monte bajo.
Santi, Loli, Tere, José, María Jesús y Luna.
Distancia recorrida: : 15 km (9 de la ruta Bardaya y 6 que caminamos a Vegacervera y Villalfeide).
Dificultad: Muy baja
Temperatura: 16 mínima, 26 máxima.
Altura: Estación de Matallana 1.006. Villafeide 1.047 metros.
Punto de partida y llegada: Estación de Matallana de Torío.
Fecha: 13 de mayo de 2012.
En rojo la Ruta Bardaya según el plano de "Cuatro Valles", en azul el tramo añadimos nosotros. El trazado en rojo tiene unos nueve kilómetros muy cómodos. El resto entre cinco y seis
La ruta Bardaya comienza en la Estación de Matallana de Torío a unos 30 kilómetros de León. Para ir de debe coger la carretera LE-311, en Robles de la Valcueba seguir recto en la rotonda. Nada más pasar las vías del tren lo mejor es aparcar a la derecha al lado del Bar Minero y allí comienza la ruta. Hay carteles indicadores.
Este es el equipo de hoy en la cascada de la central de Campovega
La Ruta Bardaya se llama así porque coincide con el trazado de la vía Bardaya por la que bajaban el carbón desde esta mina hasta la estación de Matallana y después desplazarlo.

En esta mina, situada en la falda del pico Polvoreda (o Correcillas), llegaron a trabajar quinientas personas a mediados del siglo pasado.
Elemento decorativo en la ruta
La ruta es muy cómoda y sencilla, sin apenas desnivel. Tiene además la ventaja que se puede ir en tren desde León. Es bonita, salvo los tres kilómetros iniciales.
El camino es excelente cuando no está mojado, sólo tiene un inconveniente que son los perros de unas ganaderías en Matallana, no hacen nada, pero son un poco incordiones.
Sólo hay una posible duda al tomar un camino, se debe ir por la derecha, subiendo un poco. Aunque si se baja, después se puede retomar de nuevo la ruta.
También podemos ver la boca de una mina abandonada
 Aunque madrugamos poco cogimos la caminata con ganas y en menos de una hora ya habíamos hecho los 4,5 kilómetros que separan el inicio de la ruta con la iglesia de Villalfeide.
Iglesia de San Feliz (Villafeide) Siglo XII

Había que refrescarse un poco
 Era poca distancia y, sobre la marcha, como hacemos casi siempre, decidimos hacer el enlace con la ruta “Sierros Negros y el Cardayal” que también está señalizado por “Cuatro Valles”.

La intención era ir a Vegacervera, después volver hacia Villalfeide y continuar la ruta.

Estas margaritas las ponemos porque le gustaron mucho a Tere
 Camino a Vegacervera pasamos el río Torío por el puente de la central. Disfrutamos del verdor del campo, de la floración y de la cascada del rebosadero de la central.
 Los más atrevidos, ya se sabe, a lo de siempre. Un baño en las frías aguas del Torio para “termorregular”.
En Villalfeide aprovechamos para saludar a personas conocidas. Fuimos los primeros clientes del día en del bar que está en las antiguas escuelas, y tuvimos la ocasión de disfrutar de sus ricas tapas.
Peña Polvoreda, también llamado Correcillas

Villalfeide es una localidad extremadamente bella, pero si la decoramos un poco con lirios y lilas, se sale.
 Comimos y echamos una siesta a la sombra de un viejo fresno, acompañados de una imagen de Santa Bárbara, protegida en una vagoneta de las minas.
Vimos el mural de la pared de la escuela y disfrutamos de un paseo por el pueblo.

  En el mural hay una coplilla que dice:
“MINERO LO QUIERO MADRE,
DE LAS MINAS DE LEON.
QUE AUNQUE TENGA LA CARA SUCIA,
TIENE BLANCO EL CORAZÓN.”
Daba pena alejarse de Villalfeide y de Peña Polvoreda (Correcillas).
Tomamos la vuelta para el punto de partida por la margen derecha del Torío. Vamos a aclarar algunas dudas sobre como se denominan las márgenes de los ríos. Hay mucha gente que lo confunde, es así:
Si nos imaginamos parados en el medio del río, mirando hacia donde corre, es decir mirando aguas abajo, la margen derecha es la orilla que se encuentra a nuestra derecha y la izquierda la que se encuentra a la izquierda.
Hay que pasar a lado de la Iglesia del siglo XII de Villalfeide. Despedirse de Peña Polvoreda (Corrercillas). Pasar el puente romano y llegar a Serrilla.
 En Serrilla se va un rato por la carretera y después se toma el camino que va al lado del río. Ojo no es el primer camino. Es el segundo, hay que subir unos doscientos metros.
El camino por la margen derecha del Torío es muy bonito, entre robles y frescor. En verano se va buena parte de él a la sombra.
Este es el punto donde hay que tomar el camino del río, no antes
 Desde allí se ve en su intregridad el pueblo de Matallana.
 Cuando se llega a la ermita de San Roque se cruza el río y ya estamos a menos de un kilómetro del punto de partida.

 Una llamada telefónica hizo que nos surgieran unas prisas repentinas y por ello finalizamos la ruta por la cómoda acera de la estación de Matallana, aunque también se puede ir cómodamente por la ruta inicial.
 Un día excelente de primavera para disfrutar a lado de casa. El río Torío y Peña Polvoreda son un lujo y unos símbolos de las proximidades de León.
Hasta otro día Peña Polvoreda (Correcillas), sigue protegiendo y dominando el valle del Torío (2.007 metros)




lunes, 7 de mayo de 2012

RUTA DE COLINAS A LA CAMPA DE SANTIAGO

Un pueblo con el nombre tan largo como su belleza. Colinas del Campo de Martín Moro Toledano.
Santi, Loli, Tere, José, Ofelia, María Jesús y Luna.
Distancia recorrida: 15 kilómetros.
Dificultad: Media.
Temperatura: 9 mínima, 13 máxima.
Altura: Colinas del Campo de Martín Moro Toledano 1.062. Campa de Santiago 1.489 (punto más alto).
Punto de partida y llegada: Colinas del Campo de Martín Moro Toledano
Fecha: 6 de mayo de 2012.
Gracias a Julio Linares a quien conocimos en la ruta junto con otro buen grupo de montañeros ponferradinos, José, Quico... y que nos ha facilitado este plano, obtenido de su GPS.

Colinas del Campo de Martín Moro Toledano es el pueblo con el nombre más largo de León, y casi seguro de España. Para llegar a Colinas hay que salir en dirección a Galicia. En la autovía a unos 80 kilómetros se toma el desvío a Folgoso de la Ribera. Se pasan Boeza e Igueña y llegamos a Colinas. Hay algo más de cien kilómetros desde León.
Este era el grupo de hoy, aunque estuvimos acompañados la mayor parte de la ruta por unos simpáticos bercianos
Astorga es paso obligado para ir a Colinas. Allí desayunamos un riquísimo chocolate con churros e hicimos unas fotos. Siempre que pasamos por Astorga hacemos una foto a su muralla romana, palacio episcopal y la catedral. ¡Impresionante! ¿eh?

Hay un buen tírón de coche hasta Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, el viaje es casi tan largo como el nombre, pero merece la pena la recompensa, aunque cada vez nos da más pereza hacer viajes largos, sobre todo por el cansancio de conducir a la vuelta.
El nombre no es inventado. El pueblo se llama así de largo
Colinas es "Conjunto histórico de interés cultural" desde su declaración el 10 de noviembre de 1994.
La ruta hacia la Campa de Santiago se inicia por la travesía de la ermita. Subiendo levemente. Hay que pasar por el arco que se ve en la imagen.

Hoy estamos de estreno. Tere de sus pantalones nuevos y María Jesús de unas traicioneras botas con goretex y "malalechetex". Dos fibras de la más alta calidad.
María Jesús orgullosa de sus botas "nuevas", que no calan, como se puede ver.
El camino es amplio inicialmente, permite incluso el tránsito de vehículos. Está bien indicado con señalización y discurre permanentemente al lado del río Boeza al que cruza varias veces.

Hay fuentes y agua por todos los sitios, y con agua abundante, estos días ha llovido bastante. Una de las fuentes, la de San Juliano, tiene una leyenda que anima a beber y presume de la calidad de su agua. Aunque ya se sabe, hay que beber agua sólo en los sitios seguros, después pasa lo que pasa.

Pinchar en la foto para ampliar y poder leer la leyenda

 
El camino, aunque ascendente, es cómodo y muy bonito. Al principio está abierto, pero después se va cerrando, rodeado de hayas, acebos y avellanos.

Algunos acebos tenían muchos frutos
 Este año la primavera se está resistiendo, ya estamos a primeros de mayo y sólo hay cuatro flores por el campo. Las urces (brezos) aún no tienen flor. Estas margaritas decoraban temerosas la orilla del camino.
A mitad de camino nos encontramos con un grupo de montañeros bercianos. Están muy preparados y nos dieron unas cuantas lecciones. Julio con su GPS y el conocimiento de las rutas. Quico nos mostró un abedul de unos 20 cm. que lleva muchos años queriendo crecer entre las rocas. También nos enseñó plantas de estragón y los gamones que comenzaban a crecer. Y nos dijo sus propiedades, algunas no muy buenas.

Quico, Julio y Tere
Pequeño bonsai de abedul peleando por su vida en la grieta de una roca
Toma Quico una receta cuyo principal ingrediente son las hojas de abedul, añadiendo cola de caballo, diente de león, orégano y ortigas. Esta infusión hace que se encuentre muy bien. La prueba está sólo en verlo.

El camino cruza varias veces el río Boeza, casi siempre por puentes, pero una de sus travesías tiene cierta dificultad y un pelín de emoción por si llevas una mojadura.
En este paso María Jesús comprobó que sus botas tenían una fibra que se llama "malalechetex" y que no calaban ni de fuera para dentro, ni de dentro para fuera, ya que se metió hasta la cintura. Todo por llevar botas nuevas.
 
Al llegar a la Campa de Santiago, aunque algunos la llaman también Campa de Martín Moro, el terreno se abre maravillosamente y la vista llega lejos, lejos.
Dice la leyenda que en esta campa tuvo lugar una lucha entre los sarracenos capitaneados por Martín Moro y las tropas cristianas de Ramiro II. La lucha estaba muy equilibrada y se iba decantando en favor de los moros. Los cristianos imploraron la ayuda de Santiago, que acudió en su caballo blanco y capitaneó a las tropas cristianas hacia la victoria.
En honor de Santiago, los pueblos de Fasgar y Colinas, celebran en 25 de julio en esta ermita una romería.

Pico de la Rebeza 2.001 metros. El pico más alto de la zona es el Catoute 2.117, pero, aunque está próximo, no se veía desde la Campa de Santiago
 Los bercianos nos enseñaron a reconocer las "pamplinas", una plantas diminutas que están muy ricas en ensalada y se crían en las aguas más limpias y puras de la campa. Cogimos unas pocas.
Montañero berciano recolectando pamplinas

Pamplinas en un arroyo de agua clara
La vuelta para el pueblo fue rápida y pasada por agua. Habíamos tardado tres horas en la ascensión a la campa y volvinos en dos. Cinco horas de caminata no está nada mal y el cuerpo lo agradece.
Un café y unos refrescos en Colinas y de vuelta para casa, eso sí, con la pereza de tener que conducir cien kilómetros a León. Hasta otro día Colinas del Campo de Martín Moro Toledano.