martes, 8 de septiembre de 2015

RUTA DEL VALLE DE BUSTAMORES DESDE PENDILLA



Ruta desde Pendilla por el Valle de Bustamores. Un paseo tranquilo fácil y con poco desnivel caminando la mayor parte de la ruta por praderas.
José, Tere, Santi, Loli, Pili y Gari. Dificultad: Baja.
Temperatura: 7º al comenzar y 20º al finalizar.
Punto de salida y llegada: Pendilla, a la entrada del pueblo.
Distancia recorrida: 12 kilómetros. Comenzamos a las 10,30 y finalizamos a las 13,30.
Altitud: Pendilla 1.340 metros. Final de Valle de Bustamores 1.700 metros.
Fecha: 6 de septiembre de 2015.

 Pendilla de Arbas está a 58 km. de León. Se va por la Carretera de Asturias N-630. En Camplongo se toma un desvío a la derecha y después de 6 km. por una estrecha carretera llegamos a Pendilla.

El perezoso equipo de hoy. Todo el verano sin ir de rutas juntos ha hecho que nos gustara más hablar que caminar. Una ruta corta y suave para comenzar nunca está mal.

Iniciamos la ruta al principio del pueblo, justo al lado de un cartel señalizador de la “Ruta Carisa”, un camino prerromano, que después fue calzada y que une las localidades de Pendilla y Ujo (Asturias). La distancia de esta ruta son 35 km.
 
 

Entramos en el pueblo y giramos a la izquierda cruzando el puente sobre el Arroyo de las Vegas. Tomamos entonces una amplia pista, un poco pedregosa, por la que caminamos durante 1,5 km.
 
 
En este punto llegamos a las praderas del Valle de Bustamores, salimos de la pista (Calzada Carisa) y comenzamos a caminar ascendiendo a la orilla del Arroyo las Vegas.
 
 

Para hacer esta ruta hay varias alternativas, una de las más habituales es subir hasta la Collada Propinde, crestear y bajar después por el valle. Nosotros decidimos hoy pasear tranquilamente pisando la suave pradera del valle. Es nuestra primera ruta después de un verano sin actividad montera.
 
 

Se camina casi permanentemente al lado del arroyo, pisando pradera, sintiendo “la risa” del agua y ascendiendo leve, pero permanentemente hacia el inicio del valle.
 


El terreno estaba recién regado (había llovido los días anteriores) y esto hacía que la hierba estuviera suave y acolchada, con lo que era muy agradable la pisada.
Ya tenemos aquí el otoño y nuestras amigas las “levanta meriendas” Colciicum autumnale, se encargaban de recordárnoslo.
Levanta meriendas Colciicum autumnale
 
 

La ladera de la derecha según se asciende es especialmente bonita cuando las hojas tienen color otoñal. Su vegetación es variada: hayas y abedules principalmente, con algún aliso y servales. Todavía habrá que esperar unos días para alegrar la vista.
 
 

En el ascenso pudimos ver ganados (vacas y caballos). Hay dos explotaciones ganaderas en el pueblo. Antes llegó a haber hasta 4 rebaños de ovejas trashumantes. Los tiempos han cambiado y el monte bajo está invadiendo los pastos.
Arándanos ricos, ricos...
 
 

El camino es casi siempre limpio y sin vegetación, aunque el último kilómetro y medio hay que hacerlo entre piornos, de momento no están muy espesos y se anda entre ellos bastante bien.
 
 
Llegamos al final del valle y ascendimos sólo un poco. Habíamos andado ya seis kilómetros y decidimos dar la vuelta y estar un rato en la Ermita de Buen Suceso (hoy se celebra la romería).
 
 
Después de una larga parada para comer volvimos por el mismo camino hacia Pendilla. Ahora los paisajes –como siempre- son totalmente diferentes, aunque el camino sea el mismo.
 
 

Pendilla de Arbas es el último pueblo de la carretera y nos pareció un lugar ideal para pasar el verano. Había niños correteando por las calles. En invierno sólo dos casas echan humo y la escuela (que llegó a tener 40 niños) hoy está cerrada y casi derruida.
 
 

Siempre somos un poco nostálgicos con el esplendor de otros tiempos de estos pueblos de montaña, pero hoy la vida y las oportunidades son otras, distintas y están en otros lugares, aquí sólo queda paz y armonía, que no es poco.
De vuelta a Pendilla de Arbas